Sigo sin entender mucho de la fortuna que toca y la no tanta...
La tenacidad de mis hermanas y mi hermano por hacer de nuestra familia, una de las cosas más hermosas y complejas del universo; cargado de una explosiva mezcla de locura, dulzura, acidez y amor sincero.
Las sobrinas que son unas ternuritas alocadas.
Las tías que son de fierro y terciopelo.
Los enanos: que son increíbles!
Que tuvieron la fortuna solo de ellos de tener a la colo a su lado, la persona que más admiré cómo madre.
Que son ellos; lo que fuimos con ellos, lo poco, lo mucho, lo que pudimos, lo que decidimos, acertados, equivocados, cada uno por su lado aveces y otras tantas juntos, convencidos, aprendiendo.
Las felicidades, logros, amarguras, desilusiones... Cómo transformarlas.
Día a día veo que tienen un mundo por andar, por destruir y volver a armar... Ojalá lo hagan.
La fortuna de haber vivido al cabeza.
Cuando en momentos de no lucidez rescataron al tipo que no es serio, embargando hasta el último suspiro de bienestar. ¿Qué sería de éste si no hubieran estado las flores violetas del rincón derecho de la ventana ahí?
Fortuna de haberme roto, no una, fueron cientos de veces y vi, y sentí, y me armé y aveces me armaron, y no siempre fui agradecido, hoy lo hago y pido las disculpas por eso.
Fortuna de haber encontrado un compañero, que después fue amigo, que hoy se brinda casi que sin darse cuenta con ese cariño, que le brota simplemente por ser él. Esos consejos paternales que dió muchas veces para y cuando éste terco que escribe precisó. Sin darme cuenta adopté algunos de sus gestos.
Lo notó una amiga, amiga que me restauró la sonrisa y que me desvela con la suya. Me devolvió la sonrisa a lo cotidiano, a lo simple, a todo. Mujer qué me desempolvó, con sus historias, con lo suyo vivido. Casi que sin querer me llevó a ver la manera de llevar los vínculos viciados.
En el reencuentro con mí hermano; que siempre estuvo, cómo le salía, con su frase de que en las cuestiones del corazón las cosas van en intensidad y no marcadas por el tiempo y que quizás solo me faltaba reposiciónar mi manera de vernos al mundo, cómo con la Carmen.
Haberme encontrado viviendo con una enana loca que se fue a volar y soñar por Europa.
De los pibes de la infancia no sana que nos hizo y algunos que faltan.
De los amigos que nos criamos y están por dar a luz un niño con el nombre del tío Tito.
De los cachos de corazón que se fueron temprano y dejaron su huella.
Fui la mayorías de las veces parte de la no tanta fortuna para casi todos, hoy que no es tarde lo veo, salú.
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jueves, 5 de marzo de 2020
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