Aveces es bueno abrirse y resfriarse el alma.
Dejarla vomitar verdades.
Dejarla doler y ¿porque no? hasta dejarla partir y que suene, que rompa pa' buena.
Dejarla vomitar verdades.
Dejarla doler y ¿porque no? hasta dejarla partir y que suene, que rompa pa' buena.
Cuestionarse y ser cuestionado, más que nada por quién camina contigo buscando cambiar el mundo.
Nunca hablaría de malas intenciones, pero sí de saberme responsable y hacerme cargo.
Muchas veces me hice cargo de lo que no me correspondía.
Muchas veces me hice cargo de lo que no me correspondía.
¿De que me pudiera quejar si yo cargo con mis mierdas a los demas?
Sé que ignoro mucho, pero no todo, y ahí parto a la hipocresía que nos domina y contra la que también hay que ir. Dejar de sabernos y empezar a realmente conocernos, somos un contexto, y un contexto que no deja de estar subjetivamente aislado si no abrimos la puerta de la crítica, hasta de la no siempre constructiva.
Del cotidiano, en el que tantas veces me atribuí como privilegios accionares equivocados, errados, que hoy son palpables, están acá, inamovibles. Es evidente y urgente cambiar éste presente en el que se busca pisar distinto, pisar correctamente.
Que ingenuo el que se piense superado.
Siendo que inunda de tristeza el motor de quien ama.
Siendo que inunda de tristeza el motor de quien ama.
Qué desorientado pisas falsamente perdiendo la consecuencia de tus palabras, esas tan agarrables con las manos, esas que contagian y entusiasman por doquier, esas que ilusionan, esas que muchas veces fracasan y se clavan en los pechos de la gente.
Hay tristezas de todos los tipos, pero seguro que la peor es esa; la que sentimos que nos mastica la carne, la que nos parte al medio, la que provocamos siendo que la podíamos evitar.
Que fracasó total de vida cuando no nos cuestionemos lo aprendido, lo que predicamos, lo que criamos. Mientras nos venimos viejos es un deber revisarlo y de ser posible corregir lo necesario.
Que no quede en palabras...
Cómo siempre.
Cómo siempre.
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