Desenredando los años, recuerdo la austeridad, en casi todo el día a día de mi infancia.
Las veo, fresquitas, una a una las imágenes, los instantes.
Mi viejo, el finado Alberto, siempre constante en lo básico, dejando más de lo que se daba cuenta en muchas de sus palabras y reflexiones.
La frutera servida, el pan todos los días.
El rechazo a los excesos materiales.
Su sueño vehicular: una cachila, pero no sabía manejar.
El disfrute de su rosatelo, la radio en la mesa de la cocina era su compañera de cena muchas veces.
De a poco ese recio marxista se fue perneando a los avances tecnológicos para mí sorpresa.
No era tan recio después de todo.
Metódico, conservador de cabeza abierta , difícil de describir con palabras.
Nunca restaba de su vida ninguna de sus costumbres pero le iba sumando ayornantes dijera la Tana de la cuadra.
Pero esa mezquindad de la austeridad afecto-expresiva parecía lo normal, hasta que un día llego... un ramo de rosas rojas, lo recuerdo casi con el olor incluido, y una nota.
"Para un amor de película un beso de novela"
Inesperado regalo de mi padre a su esposa... Por lo menos para mí.
Pensé, con mi corta edad ¿que sería un amor de película? Y mucho más lejos de mi conocer ¿Que carajos es un beso de novela?
Unos 25 años más tarde desenredando años recuerdo eso.
¿Un beso de novela? Seguro debe ser ese, el de los amantes bajo la lluvia en un parque al atardecer.
Quizás el amor de película es el amor del cuentito romántico (un asco).
Pensé que el amor se construye y no duele. Hoy entendí que lo que se construye es el vínculo, el amor se siente. Se siente en el aprecio, en el te quiero, en el camino.
Se siente en el mirar, se siente en el latir.
Se siente.
Solo hay que fabular y ponerle alas.
Las veo, fresquitas, una a una las imágenes, los instantes.
Mi viejo, el finado Alberto, siempre constante en lo básico, dejando más de lo que se daba cuenta en muchas de sus palabras y reflexiones.
La frutera servida, el pan todos los días.
El rechazo a los excesos materiales.
Su sueño vehicular: una cachila, pero no sabía manejar.
El disfrute de su rosatelo, la radio en la mesa de la cocina era su compañera de cena muchas veces.
De a poco ese recio marxista se fue perneando a los avances tecnológicos para mí sorpresa.
No era tan recio después de todo.
Metódico, conservador de cabeza abierta , difícil de describir con palabras.
Nunca restaba de su vida ninguna de sus costumbres pero le iba sumando ayornantes dijera la Tana de la cuadra.
Pero esa mezquindad de la austeridad afecto-expresiva parecía lo normal, hasta que un día llego... un ramo de rosas rojas, lo recuerdo casi con el olor incluido, y una nota.
"Para un amor de película un beso de novela"
Inesperado regalo de mi padre a su esposa... Por lo menos para mí.
Pensé, con mi corta edad ¿que sería un amor de película? Y mucho más lejos de mi conocer ¿Que carajos es un beso de novela?
Unos 25 años más tarde desenredando años recuerdo eso.
¿Un beso de novela? Seguro debe ser ese, el de los amantes bajo la lluvia en un parque al atardecer.
Quizás el amor de película es el amor del cuentito romántico (un asco).
Pensé que el amor se construye y no duele. Hoy entendí que lo que se construye es el vínculo, el amor se siente. Se siente en el aprecio, en el te quiero, en el camino.
Se siente en el mirar, se siente en el latir.
Se siente.
Solo hay que fabular y ponerle alas.
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