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jueves, 13 de febrero de 2020

Antes del fin del mundo


Eternos, si será que lo fuimos.
Cuando nos llega el viento surcando los barrotes que nos encierran en los calabozos que nosotros construimos, que desde pequeños pusimos ladrillo a ladrillo.
¿qué más seguro que nuestra amarga habitación?
Somos los constructores de esos muros. Fue grato chocar con personas atrevidas, llenas de pura humanidad, que vomitando sus verdades lo fueron boqueteando, trozo a trozo, por amor, por ilusión, porqué lo imposible parecía posible.

Eternos, si será que lo somos.
Cuando en el hoy de ayer no sabíamos el después, nos sabíamos errantes, pequé de dominante; construcción ancestral, errónea, dolorosa, aberrante, repudiable, patriarcal.
Puro egoísmo por miedo a perdernos, enfermizo.
Nada más doloso que el querer tóxico de no dejar elegir, coartando la libertad de quien amo, sabiendo el valor para ambos de esa palabra, traicionando ese principio fundamental de nosotros, el miedo me pudo.
Nada más arrepentible que la hipocresía del amor no sincero.

Eternos, si será que lo seremos.
¿El extrañar pasará asi cómo pasaron los amores ya no extrañados?
Éste caló profundo en todo y costará.
Las cicatrices siempre se verán, así las decoremos sabemos que están ahí.
Pero.
Ver la vida reflejada en el borde de tu ojo cuando te observaba de perfil, era por caminar a tu lado.
Y me aferré.
Los abrazos, que intentaban mostrar las vibraciones generadas, que no encontraban palabras para expresarse, quizás por inverbe, por limitado, o por ser algo tan grande lo generado que no salía vocalizado.
Y me pegué a ti.
Los besos interminables con sabor a futuro.
Los elegí a diario.
Las piernas incansables de caminarnos hasta en sueños.
Las madrugadas que hicieron días para comernos a palabras.
Los días que se hacían noches por devorarnos.
La piel...

El haber arrebatado todo, pesa, más de lo que sabía que soportaba... Se siente como un empalamiento el leerte que intentas mostrar que debo trabajar el cambio, amas con el corazón abierto, lo sabía ya y me enamoré de eso, pero no esperé volverlo a ver y me lo hiciste sentir, la bocanada de aire me llegó cómo salvavida en el ahogo, gracias por eso.

La ambigüedad de la personificación del dolor, el miedo y el amor en la misma cara es y será una abismo insorteable y también eterno.
Es duro aceptar.
Es largo aceptar.
Sí, cuesta aceptar.
En el antes y después solo espero encontrarte y volvernos a caminar...
Sin fallarnos.

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