¿Quién desea lo finito?
Hay ingredientes ricos.
Hay otros exquisitos.
Yerbas fuertes.
Yerbas suaves.
Cada uno con los mismos ingredientes crea distinto.
No es que sea bueno eligiendo yerbas e ingredientes.
Es que estar desquiciado tiene eso, uno crea.
Es que estar loco tiene eso, y muchas cosas más.
Los viajes dentro de las cabezas mochas son así, infinitos.
Esas mentes fabulantes, bastas, anchas, llenas de sinsentidos bien sentidos.
Esas que no saben de límites ni imposibles, ni estructuras.
Esas que hacen padecer pena para los finitos.
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